Hace 15 años los participantes en Foro Mundial de Educación de Dakar (Senegal) se comprometieron a lograr seis objetivos globales que permitirían responder a las necesidades básicas de aprendizaje de todos los niños y niñas, jóvenes y adultos para el 2015. Apenas un puñado de organizaciones de la sociedad civil de algunas regiones del mundo estuvieron presentes en ese momento.
¿Qué ha cambiado en estos años? Se han producido avances significativos sobre todo, en el acceso a la educación primaria en todo el mundo, pero los retos son todavía enormes: 58 millones de niños y niñas no asisten a la escuela y casi 800 millones de personas jóvenes y adultas son analfabetas.
La educación es un derecho humano y como tal, compete a los Estados el garantizarlo sin embargo, hacer realidad una educación de calidad para todas las personas es una tarea muy compleja que exige la implicación de todos - también de la sociedad civil organizada - en la formulación, implementación y supervisión de las políticas educativas. Las organizaciones hemos ido, poco a poco, ganando espacio y siendo reconocidas como un actor importante. Millones de personas alrededor del mundo, en grupos pequeños, organizaciones y redes grandes, defendemos y exigimos el derecho de educación para todos.
Hoy, 18 de mayo, más de 250 representantes de organizaciones de la sociedad civil de todo el mundo nos encontramos en la ciudad de Incheon- Corea para acordar una postura conjunta sobre los retos que la comunidad internacional debe abordar en los próximos quince años para garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad para todas personas. Una delegación de la Federación Internacional Fe y Alegría, la Red GIAN por derecho a la educación y ENTRECULTURAS, formamos parte de este grupo que debe formular recomendaciones que se discutirán los siguientes días (19-21 mayo) en el Foro Mundial de Educación convocado por la UNESCO que reunirá a gobiernos, organizaciones multilaterales, representantes de la sociedad civil, la profesión docente, jóvenes y el sector privado.
Por Lucía Rodríguez, Coordinadora ejecutiva del Programa de Acción Pública de la Federación de Fe y Alegría
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