En balance sobre la disputa entre diferentes concepciones de educación presentes en los debates del Foro Mundial sobre la Educación, representante del Foro por el Derecho a la Educación de Chile pregunta cómo congeniar la perspectiva competitiva para el ‘progreso económico’ con la de una vida buena, el buen vivir, la armonía con los otros y la naturaleza. “¿Puede congeniar? Al parecer no, se enfrentan”, dice.
Esta semana se reunieron en Incheon, Corea del Sur, representantes de ONGs y organizaciones educativas de todo el mundo a discutir sobre las nuevas metas para la educación mundial hacia el 2030. Autoridades de alto nivel inauguraron la instancia, de trascendencia histórica. Irina Bokova, Directora General de UNESCO, Ban Ki Moon, Secretario General de la Naciones Unidas, Park Geun-hye Presidenta de Corea, Kailash Satyarthi, Premio Nobel de la Paz, Jim Yong Kim, Presidente del Banco Mundial, entre otras personalidades, ocuparon el panel que dio inicio a esta instancia.
Los discursos se centraron en la importancia que la educación tiene para mejorar la vida de la humanidad y en como las metas que se fijaron en Dakar el año 2000 han orientado la acción de los gobiernos para esta mejora. Particular atención generó, sobre todo en la delegación Latinoamericana, el discurso del presidente del Banco Mundial. En su alocución se refirió al retraso económico latinoamericano, señalando que si las/os estudiantes de América Latina hubieran tenido los logros de aprendizaje de las/os estudiantes asiáticas/os, hoy sus países estarían desarrollados. Se refería especialmente a su país, Corea, que hoy ocupa los primeros lugares en los rankings internacionales (PISA) y ostenta un alto nivel de desarrollo económico.
Las voces críticas de Latinoamérica se alzaron contra esta concepción. El problema no es la incapacidad de las personas y/o naciones, sino las relaciones de poder que se ejercen sobre las personas y/o naciones. El ejecutivo coreano, nacionalizado estadounidense, desconoce, o al menos desestima la teoría de la dependencia, formulada en los años sesenta, que explicaba como los países llamados subdesarrollados debían su condición a la dominación cultural, económica y política de los países del “primer mundo”. En este sentido las/os apologetas de la excelencia también desconocen la situación real en que se encuentran las/os estudiantes coreanas/os, utilizados como ejemplo de su propuesta educativa. Según la agrupación coreana de derechos Onlyasunaro y el Instituto Nacional de Políticas para la Juventud de Corea del Sur, el 23,4% de las/os estudiantes coreanas/os ha pensado en suicidarse, siendo la principal causa el estrés por las tareas escolares y las dificultades para pasar de grado. Las/os coreanas/os son las/os estudiantes de la región más descontentos con el clima educativo. Deben recurrir a escuelas privadas nocturnas, para reforzar los contenidos de la educación formal (las “after school”), extremadamente competitiva y exigente. Las/os estudiantes coreanas/os duermen en promedio 5.4 horas diarias, particularmente por que dedican casi 8 horas diarias a estudiar. Los/as jóvenes de este país denuncian castigos físicos, humillaciones, y la exposición pública de sus fracasos escolares, como medidas disciplinarias comunes en las escuelas.
Sostenidamente el gobierno coreano ha hecho oídos sordos a las recomendaciones de los organismos internacionales que llaman a terminar con la violación de los derechos de las/os estudiantes y la desmesurada competencia en las escuelas. Este es el costo de una educación que alcanza los mejores puntajes en la prueba PISA en el mundo. Para la presidenta Coreana esta es la razón del desarrollo económico de su país. Las/os jóvenes coreanas/os, son instados a estudiar “con el corazón ardiendo”, según sus propias palabras.
¿Cómo congeniar esta perspectiva de norte surgida de las/os de arriba, con la de una vida buena, una vida feliz, una vida plena, del Sur, surgida desde abajo? ¿Puede congeniar? Al parecer no, se enfrentan. El buen vivir, noción que surge de las pueblos originarios de Latinoamérica, se constituye en base a la satisfacción plena de las diversas necesidades humanas, en armonía con las otras personas y la naturaleza. Nada más contrario al modelo de desarrollo capitalista, depredador, competitivo, homogeneizante e inhumano, en tanto niega la singularidad, la diversidad y la vida, oponiéndola al desarrollo y al progreso económico.
En esa línea se expresó el representante de Bolivia, el ministro Roberto Aguilar, quien dijo en un panel posterior: “Las violencias en educación parten siempre de elementos cotidianos. No podemos permitir que se naturalice la concepción de que no hemos hecho lo correcto en educación y que eso nos ha puesto en el subdesarrollo. El subdesarrollo es parte del actual modelo de desarrollo económico. Fue la dominación, la explotación y el saqueo de nuestros países lo que nos puso en condiciones de pobreza. Enfrentar esto se hace con dignidad, a través de procesos revolucionarios, transformando nuestras estructuras.”
Transformar las relaciones de dominación dentro y fuera de la escuela. Este debiese ser el centro del debate en esta instancia. Lamentablemente es soslayado. La discusión finalmente se llena de ambigüedades. Conceptos como calidad, inclusión, desarrollo sustentable, equidad, ciudadanía global, terminan obnubilando la crítica. Los modelos educativos se modernizan, sin cambiar su sentido originario, aumentar el capital humano y reactualizar la viabilidad del modelo capitalista y la reproducción de las relaciones globales y locales de poder. ¿Será este el objetivo encubierto de las metas para la educación para todos y todas? A falta de una clara propuesta contra hegemónica nos inmoviliza la paradoja. ¿Educación para el desarrollo económico capitalista o para una vida plena?, el debate es ahora.
Fuente: Web de la Campaña Latinoamericana por el Derecho a la Educación (CLADE)
Por Juan González López, Foro por el Derecho a la Educación de Chile
Por Juan González López, Foro por el Derecho a la Educación de Chile
Foto: Giovanna Modé, CLADE
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